Selknam ofrece sus salidas por ríos y arroyos prácticamente inaccesibles, en canoas de hasta 6 personas que son la envidia de cuanto isleño se cruce en el camino.
El punto de partida es una rampa al lado del Club Hispano, en el extremo opuesto a la Estación Fluvial Delta de Tigre.
Antes de salir, los guías enseñan a empuñar el remo y cómo usarlo. "No es cuestión de fuerza, porque el remo es para todo el mundo, sino más bien de acompañar y coordinar la remada con el resto de los integrantes de la canoa", explica Ricardo antes de empezar la travesía.
Igualmente, y en voz baja como para que no escuchen, después de dos horas de remo más de uno tendrá que pedir dos brazos de repuesto. La sensación de navegar en canoa es especial, casi primitiva.
El silencio de la naturaleza lo envuelve todo. Una experiencia única, que a lo largo de la travesía se irá haciendo cada vez más imperdible.
Casuarinas, ceibos, sauces, anacahuitas, acacias, cipreses, ecualiptos, álamos, fresnos y robles custodian los ríos desde el albardón y esconden antiguas casas de techos acanalados construidas sobre palafitas.
El Fulminante, Viejo Gambado, Rompa y Abra Vieja ofrecen sus aguas para remarlas mientras la luna comienza a asomarse por detrás de la línea del horizonte.
Las canoas canadienses y su propuesta de turismo ecológico son una buena noticia, un descubrimiento para los que conocen el Delta y una experiencia inolvidable para los que decidan, por primera vez, surcar las aguas de estos ríos y soltar ámarras a la imaginación. |