Partiendo de Formosa conducir por autopista Ribereña Formosa y la Ruta Provincial 6 hasta el kilómetro 25,2 donde se encuentra la localidad Mojón de Fierro, una vez allà giramos a la derecha y siga 4,3 km
esta parte la ruta por la que transitamos se encuentra en muy mal estado, apenas una capa resquebrajada de pre-asfaltado –que conviene no usar –, y nada de señalización, nos hacen conducir entre tumbos y saltitos por el camino allà legará a riacho Pilagá..
Es el último dÃa en la provincia, no quisimos partir sin antes intentar pescar en alguna de las bocas del Paraguay, y luego de preguntar en el hotel nos recomendaron uno de los mejores lugares cercanos a la capital.
Un vez en el lugar nos internamos en la selva del lugar, una nube pasajera dejó caer una leve llovizna en el pavimento y el polvo dejó de volar. Bajamos la ventanilla del coche y percibimos el particular olor a tierra mojada, mientras una cálida brisa nos anunciaba que no lloverÃa más.
Antes de ir a la boca del Pilagá, nos detuvimos para observar la Capilla de la Virgen del Puerto. Dieciséis palmeras imperiales nos dieron la bienvenida por un senderito hasta la puerta del templo. En su interior reparamos en la imagen de la virgen y en los coloridos vitraux sobre los laterales. El silencio religioso que se respiraba en el denso aire, nos invitó a tomarnos un tiempo para meditar.
El ParaÃso del Pescador
Asà anunciaba un cartel en la puerta de entrada a la boca del Pilagá. Este es uno de los sitios son los más recomendables para efectuar una práctica de pesca deportiva. Como en su interior circulan peces de menor porte que el habitual, los peces más grandes entran en los canales para alimentarse de los más pequeños, y luego poder regresar más rápidamente al cauce del rÃo mayor, en este caso el Paraguay.
En la zona del riacho Pilagá hay un camping con todas las comodidades para disfrutar al máximo de la estadÃa. Bajada de lanchas, agua potable, luz eléctrica, sanitarios y un corto césped que aleja a las alimañas del lugar, son suficientes para recrearse en una jornada de pesca. Eso sÃ, no hay señal para la utilización de telefonÃa celular, salvo que nos trepemos a un árbol alto. Una vez que tuvimos todo caña, tanza, reels , anzuelo y morenitas que usamos como carnadas , más la tÃpica paciencia que hay que tener hasta que se dé el pique, nos dispusimos a pescar.
En el lugar conseguimos el contacto de Miguel, un pescador oriundo de la zona de Mojón de Fierro, que vive en un lugar soñado, rodeado de monte virgen, frente a la desembocadura del riacho Mercedes en el Riacho Pilagá. La carnada elegida, cangrejo, alquilamos dos canoas y fuimos a buscar la tan esquiva boga cangrejera. Estuvimos probando en varios puntos, remando casi dos horas.
Comenzó a atardecer. Los últimos rayos del dÃa comenzaron a saludarnos desde el horizonte. Cuando nuestras expectativas por sacar algún surubÃ, dorado, pacú o corvina se estaban perdiendo (aunque mucho no nos importaba), el pique dijo presente, y casi sin luchar un hermoso pacú se dio por vencido en nuestras manos.
El pacú es un pez de forma oval, de contextura ceñida y cola menuda, con la particularidad de poseer una cabeza, boca y ojos pequeños. Su color es grisáceo con tonos rosados que se tornan oscuros cuando estaciona en aguas claras
Luego de insistir e insistir, pudimos dar con el lugar exacto. Nos atamos a unos palos y lanzábamos hacia un árbol caÃdo. Allà estaban las bogas. Anduvo muy bien el armado de lÃnea convencional, con entorchado, brazolada de 70 cm, doble pateja y plomo fijo de 30 gramos.
También se dieron piques con lÃnea con plomo corredizo de 40 gramos y brazolada de 70 cm. con doble pateja. El encarne de cangrejo utilizado fue el siguiente: se realiza un orificio en el caparazón del cangrejo, en la zona baja cercana a la membrana protectora de órganos reproductores. Se retira la ,membrana y se introduce el ojal de la doble pateja haciéndolo pasar de abajo hacia arriba, procediendo a fijar las patejas con hilo de goma, ubicándolas a ambos lados de la panza descubierta del cangrejo.
Luego se asegura el ojal de la doble pateja en el mosquetón de la brazolada, y listo. A pescar. Pudimos capturar al rededor de 15 bogas, 5 de ellas de medida.
Las otras 10 fueron devueltas. Una jornada excepcional en un lugar soñado, los piques de las bogas cangrejeras, como siempre, únicos, llenos de adrenalina y muchas veces de esquiva clavada. Luego de la exitosa pesca, emprendimos el retorno.