Si bien en los últimos dÃas el clima se habÃa templado un poco, para el dorado todavÃa seguÃa haciendo frÃo, aún asà las condiciones del rÃo se prestaban para hacer los intentos con mosca.
Nos embarcamos temprano rumbo al gran rÃo Paraná a un sector que lo llamamos el cementerio ya que en el lecho hay piedra tosca y es muy factible perder muchas moscas en los intentos de que éstas pasen lo mas cerca posible de las piedras, el lugar donde los dorados esperan al acecho el paso de carnada.
A esta altura del año se encuentra mayor actividad en horas del medio dÃa cuando el sol calienta un poco las aguas, pero como el dÃa se presentaba espectacular la estrategia era hacer unos tiros temprano y luego dejar "descansar" el lugar para volver a la mejor hora.
Al llegar a las piedras no se veÃa actividad, pero las condiciones eran inmejorables, asà que armamos los equipos
En este sector el lanzamiento se hace aguas arriba para dejar derivar la mosca mientras gana profundidad, una vez que llega a la altura de la piedra lentamente se la hace trabajar y es ahà donde podemos tener el pique. Es difÃcil muchas veces para el pescador dominar la ansiedad de los primeros tiros y eso hace que nos cueste meter la mosca donde lo tenemos que hacer, ese fue el caso de Daniel que parecÃa haber olvidado cómo castear, a todo esto le sugerà a Mauro, que intentaba con señuelos, que utilizara una cuchara ondulante de unos 20 gramos , no hizo falta mucho para que recibiera el primer ataque de un hermoso ejemplar de cuatro kilos que con la fuerza de la correntada magnificaba aún mas la pelea. Casi en simultáneo Mauro acusó un feroz ataque en su mosca, un doblete de dorado que dejaba a las claras las bondades del lugar. Si bien no eran ejemplares de gran tamaño el hecho de pescarlos con mosca era todo un desafÃo. Tras esta seguidilla de respuestas, se fueron sucediendo otros ataques hasta que Mauro acusó el mejor pique en lo que iba de la mañana, un hermoso dorado habÃa dado cuenta de su cuchara. La lucha era desigual y Mauro solo podÃa intentar sostenerlo, la fuerza del pez cortó el sedal dejando el sabor amargo de no haber podido evitar el desgraciado desenlace.
Los chicos no podÃan creer lo que estaba pasando, por momentos parecÃan haberse ido los dorados y luego se sucedÃan tres o cuatro piques consecutivos, mejor no podÃa ser, habÃan pescado muy bien y era hora de dejar descansar un poco el lugar para volver más tarde.
Decidà partir a una zona donde el Paraná se comunica con un grupo de lagunas en las que la bajante estaba haciendo salir cardúmenes de carnada en busca del gran rÃo, tenÃamos la esperanza de poder concretar algunas capturas mas y tal como lo suponÃa apenas llegamos, un par de saltos confirmaron la actividad de dorados, tras algunos lanzamientos se pudieron cobrar un par de ejemplares de mediano porte que mantuvieron a los pescadores en forma. A pesar de las alegrÃas, aún nos perseguÃa el recuerdo de aquel ejemplar que se le habÃa escapado a Mauro en las primeras horas, asà que después de comer algo, decidimos hacer el remate de la jornada en la piedra para ver si podÃan tener su revancha.
Hacia allà partimos y una vez mas el equipo no estaba a la altura de las circunstancias, el primer lanzamiento y un violento ataque dejo ver apenas la silueta de un hermoso ejemplar que cortó el sedal como si nada, la desolación del grupo por perder dos ejemplares de buen tamaño no impidió que siguiéramos insistiendo, aún no perdÃamos las esperanzas de poder salir victoriosos con alguno de los grandes, mientras tanto Mauro clavaba un par de dorados que le brindaron una lucha espectacular .
Después de varios intentos Daniel pegó el grito, pero nuevamente el dorado no le dio chances y reventó el tippet, parecÃa increÃble, si bien habÃa muchos dorados medianos cada tanto aparecÃa algún ataque de los buenos. Daniel acusó un nuevo pique y el reel empezó a ceder lÃnea en forma endemoniada, después de haber perdido tantos piques buenos, el fantasma de volver a caer derrotados por un ejemplar importante estaba en la atmósfera, pero esta vez la suerte estuvo del lado del pescador y tras trabajarlo durante unos 15 minutos pudimos izarlo, la euforia era total y no era para menos, un lindo dorado de 4 kilos habÃa tomado su mosca.
Satisfechos ya era hora de emprender el regreso. HabÃa sido una jornada inolvidable, llena de adrenalina. Nos fuimos realmente felices y con el firme compromiso de volver a repetir en las generosas aguas del Paraná santafesino.