A mediados del mes de octubre decidimos con un grupo de amigos concretar un viaje que no mucha gente ha tenido la posibilidad de realizar la pesca de dorados en . la zona de los Saltos del Moconá en la provincia de Misiones. Partimos desde la ciudad de Oberá por la Ruta Nacional 14 y unos 122 kilómetros más adelante nos encontramos el El Soberbio y desde allà nos dirigimos a la posada La Misión en donde nos alojaremos para esta excursión de pesca.. Como llegamos por la noche debimos esperar a la mañana siguiente para ver el hermoso lugar.
Después de haber descansado nos levantamos temprano para disfrutar de un inusual espectáculo que ocurre en esta zona cada mañana , como efecto de la gran humedad que conserva la selva, una densa niebla lo cubre absolutamente todo y con el paso de las horas, el fenómeno se va atenuando hasta desapareces , en ese momento estábamos esperando para embarcarnos.
Acompañados por el canto de una veintena de aves, tomamos el desayuno y salimos hacia nuestro primer objetivo de pesca, el arroyo ParaÃso, este arroyo recorre desde el interior de la provincia de Misiones unos 200 km desde su origen hasta desembocar en el Uruguay. En todo su recorrido el lecho es pedregoso con grandes pozones y cascadas y correderas que hacen un lugar ideal para que el dorado no solo ingrese a alimentarse si no que también desde principios de octubre empiece a arribar con fines reproductivos, esto hace que sea un lugar ideal para encarar la pesca con artificiales ya sea spining o mosca.
Al encontrarse el rÃo Uruguay muy alto se genera un efecto represa sobre estos cauces menores impidiendo que drenen sus aguas, al tener estos arroyos mayores volúmenes de masa lÃquida, se genera el factor determinante para que ingrese el dorado en cantidades importantes.
Empezamos con los primeros intentos sobre el mismo puente del arroyo buscando que nuestras cucharas pasen lo mas cerca posible de cada piedra, pero las respuestas no llegaron , cambiamos aguas arriba hasta el salto del ParaÃso, un lugar maravilloso donde se encuentra una gran cascada de casi 2 metros que corta el arroyo y de ahà cae a una corredera que desemboca en un gran pozo, un lugar sensacional para los intentos que decidimos postergar por unos momentos para contemplar por unos minutos la belleza del paisaje que estábamos presenciando. Luego nos distribuimos para ver si esta vez tenÃamos mejor suerte cosa que no ocurrió, estaba claro que el dorado no estaba ya que probamos piedra por piedra. El lugar era inmejorable y no habÃa actividad. La pregunta que nos hacÃamos era ¿donde entonces están los peces?
Volvimos para almorzar a la posada y acordamos con el grupo salir al rÃo Uruguay por la tarde y aunque el agua estaba alta y sucia, aun conservaba algo de claridad como para hacer unas pruebas.
Navegamos aguas abajo y la costa se ponÃa cada vez más interesante con una sucesión de correderas y lugares claves que nos hacÃan dudar por donde empezar.
Carlos sugirió probar en la desembocadura del ParaÃso y hacia allá nos dirigimos en primera instancia. Nos amarramos buscando que nuestras lÃneas trabajen justo en el cambio de agua esperando que algún depredador diera cuenta de ellas, pasaron unos largos minutos y nuestro objetivo se nos seguÃa negando, por lo que era tiempo de buscar alguna variante para localizar lo que fuimos a buscar. Preparamos los equipos para hacer pesca con cebo natural utilizando anguilas que son las que mejor resisten en este tipo de ambientes donde la carnada se golpea mucho sobre el fondo rocoso. Navegamos unos 1000 metros aguas arriba para empezar con los intentos al golpe buscando que nuestra carnada recorra cada corredera, prácticamente sobre la boca del arroyo y bien pegado a la costa vimos la primera señal de los dorados que buscaban en cardumen encerrar el paso de carnada.
Con el ánimo reparado luego de confirmar que ahà estaban cazando los dorados, seguimos derivando hasta que sentà el primer pique firme sobre mi caña. Como tenÃamos anguilas grandes deje llevar varios metros para dar el cañazo, la caña llego hasta su punto de rotura demostrando que se trataba de un buen ejemplar que logro zafar del anzuelo en el primer salto, no habÃa tiempo para lamentos por lo que seguimos los intentos hasta que en el segundo pique Raúl con mayor efectividad logró la primera captura. Si bien no era un record la fuerza de los dorados en este lugar lo transforman en todo un desafÃo para el pescador que no puede cometer ningún descuido a riesgo de perder la captura. Una vez que lo arrimó a la embarcación, lo izamos suavemente y tras un par de fotos lo devolvimos. La euforia era total pero aun el resto de los muchachos querÃan tener su propio trofeo.
En la segunda pasada volvimos a observar un cardumen cerca de la costa, era evidente que la mayor concentración estaba cerca de la boca del ParaÃso por lo que nos arrimamos con mucho cuidado para producir el menor disturbio posible tratando de arrojar las carnadas cerca de donde se producÃan los ataques. Esperamos para que se tranquilice el lugar y no hizo falta aguardar mucho para tener la segunda satisfacción de la tarde, un doradillo nos habÃa hecho suponer que se trataba de un ejemplar mas grande dado el combate que habÃa ofrecido. Por suerte, la actividad se seguÃa viendo y cada 10 minutos se podÃa observar como las mojarras saltaban despavoridas buscando escapar de las fauces de los depredadores.
En un momento Raúl se vio estremecido por un ataque violento y después de un par de cañazos comenzó la lucha . Esta vez si se trataba de un gran ejemplar, tras tires y aflojes el pez no se dejaba ver , como bien sabemos los dorados grandes no son muy saltadores lo que confirmaba aun mas que era de los buenos, la caña trabajaba casi al máximo de su resistencia, pero parecÃa no hacerle mella al pez que cada vez que se proponÃa sacaba lÃnea en forma endemoniada. De pronto la lÃnea perdió totalmente la tensión, pensamos que se habÃa cortado, pero el dorado logró zafar del anzuelo dejándonos con las ganas. Seguimos probando y errando algunos nuevos piques hasta que decidimos volver a la Posada para disfrutar de un champagne en el balcón que está sobre el rÃo en gratitud del mágico momento vivido. Si bien en la primera jornada los dorados habÃan ganado en la mayorÃa de los casos, el haber tenido las chances de encontrarlos en un lugar tan maravilloso merecÃa sin dudas un brindis.
Al dÃa siguiente salimos con destino a los Saltos de Moconá que se encuentran a unos 20 minutos de viaje en lancha desde la posada, Lamentablemente la altura del rÃo impidió verlos en toda su magnitud de todas maneras, el paisaje que se observa durante el propio viaje a los saltos vale la pena por si mismo, la selva virgen se desparrama por lo cerros tanto del lado argentino como del Brasilero.
Pasamos por la desembocadura del arroyo Yabotà otro afluente del Uruguay que unos años atrás habÃa pescado con la gente del Parque Provincial en busca de la posibilidad de ver el potencial turÃstico para la pesca deportiva. En este momento se encuentra aun en estudio esta posibilidad por lo que lamentablemente no tuvimos acceso al mismo y solo nos conformamos con mirar este magnifico arroyo y el espectáculo de las miles de mariposas que allà habitan.
Ya de regreso a la posada vimos llegar la lancha con Carlos que se habÃa quedado con las ganas por los piques errados el dÃa anterior, la revancha se la tomó con creces pues pudo concretar un hermoso ejemplar de mas de 8 kilos confirmando la presencia de muy buenos ejemplares. Con las expectativas renovadas acordamos salir con la primera luz del dÃa en busca de algún otro trofeo.
Tal lo conversado, Carlos tocó la puerta de nuestra cabaña con todo listo a 7:00 de la mañana y mate en mano nos embarcamos, apenas salimos pudimos ver un gran frente de tormenta que se nos venia encima a pasos agigantados, pero solo 5 minutos de marcha nos separaban de los dorados por lo que decidimos seguir adelante. Ya en el lugar lanzamos los aparejos y casi instantáneamente sentà el sacudón en mi caña, una espectacular lucha con mas de seis saltos fue el regalo por habernos levantado temprano y desafiado a la tormenta, lo devolvimos rápidamente y seguimos con los intentos hasta que esta vez fue el turno de Jorge, un soberbio dorado habÃa tomado su ofrecimiento, la lucha la acompañaban los truenos y rayos a nuestro alrededor, ya con la tormenta encima creÃmos prudente salir del rÃo, los dorados estaban en plena actividad y no querÃamos perdernos ese espectáculo, pero la tormenta no nos dejo chance.
Esperamos hasta al medio dÃa para ver si pasaba el temporal, pero cada vez era mas fuerte por lo que dimos por finalizada la jornada. Por suerte esta es la octava vez que visito este paraÃso y aun me sigo sorprendiendo por la belleza de la naturaleza y por los peces que allà habitan, aun queda mucho por recorrer y conocer en este sublime rincón de la provincia de Misiones que no me sorprenderÃa que se convierta dentro de muy poco en uno de los mejores lugares de pesca de dorados de la Argentina.
Prometà volver pronto y seguramente cumpliré antes de lo previsto.