El visitante encontrará más de 270 saltos a lo largo de los acantilados e islotes, repartidos en un media luna que forma este accidente geográfico.
Desde el centro de visitantes, los senderos se pueden recorrer a pie o sino se puede optar por un pintoresco trencito a combustión a gas.
Básicamente se la puede conocer a través de dos circuitos. Uno inferior y otro superior.
En el inferior se llega a la base de los saltos, la fuerza del agua transformada en rocío o vapor terminan mojando a los concurrentes. Pero la experiencia es única, vale la pena animarse a la aventura. También desde este circuito se puede tomar un bote con destino a la isla San Martín.
En el superior, el paseo es más sedentario. Vistas panorámicas desde las pasarelas y los miradores hacen de la estadía una experiencia inolvidable.
Dentro de los atractivos del parque, para aquellos que disfrutan del turismo aventura, se puede acceder a una serie de recorridos un poco más activos.
Más allá de los saltos y cascadas ya mencionadas, la selva propone una serie de alternativas distintas. Un entorno más húmedo y un poco más fresco hace que sea propicio para el desarrollo y crecimiento de una amplia variedad de flora y fauna. El equilibrio natural hace que halla una la alta cantidad de alimentos, por consecuencia la fauna es también muy variada. Casi 500 especies de aves, alrededor de 80 de mamíferos, una gran variedad de reptiles, peces, insectos y mariposas habitan en este ecosistema.
A pocos metros del centro de investigaciones se encuentra el Sendero MACUCO.
Sendero peatonal que atraviesa la selva espesa de unos 3 kilómetros de largo con diversos grados de dificultad. La caminata se puede hacer en forma particular y demanda 2 horas. Al final del sendero nos encontraremos con el salto Arrechea.
Un prestador privado ofrece una alternativa un poco más audaz. Saliendo en un móvil 4x4 descubierto recorreremos unos 8 Km . dentro de la selva, para llegar a orillas del río inferior.
G omones semirígidos con potentes motores fuera de borda nos estarán esperando para remontar el río. Saltando y sorteando los rápidos llegaremos al pié de los saltos y de esta forma hacer el bautismo de las Cataratas del Iguazú. La proa de estos semirígidos se acercarán a tal punto de casi meterse adentro de la cortina de las cascadas.
A su vez también se puede abordar un gomón a remo en el Iguazú superior, el cual nos permitirá observar más detenidamente la flora y la fauna que forma este delta. Con un poco de suerte podremos avistar tortugas de agua y yacarés asoleándose en la costa.
El área donde se encuentran las Cataratas del Iguazú se halla en un ambiente cargado de humedad, con temperaturas medias que oscilan entre los 15º C durante el invierno y los 30º C en el período estival. Por esta razón no es recomendable llevar elementos electrónicos, como filmadoras o cámaras digitales, ya que tanto el clima como el spray de los saltos pueden afectar el buen funcionamiento de esos artefactos.
El protagonista indiscutido de la región es el río Iguazú, que posee un recorrido de 1300 km hasta su desembocadura en el río Paraná, ubicada a 23 km más adelante del espectáculo que obnubila a los visitantes.
Al recorrer las distintas pasarelas recomendamos prestar especial atención cuando las mismas presenten sus pisos húmedos y con desniveles, ya que pueden resultar resbaladizas.
Ganas de caminar y de conectarnos con el medio ambiente nos llevaron a fascinarnos con la Garganta del Diablo, el salto de mayor altura, que deja caer cerca de 3 millones de litros cúbicos por minuto, formando frescas fumarolas de rocío y vapor de agua, a veces visibles a cinco kilómetros de distancia.
También transitamos por el circuito superior donde admiramos los legendarios saltos San Martín, El Escondido, Dos Mosqueteros, Rivadavia, Peñón, Mitre, Mbigua, Dos Hermanas, Chico Alférez, Bernabé Méndez y el Bossetti, con alturas que van desde los 40 a los 80 metros , y donde una eterna llovizna forma a veces un arco iris de exquisito contraste con el escenario.
Cabe señalar que el salto Bernabé Méndez recibe este nombre en homenaje a un guardaparque asesinado por cazadores furtivos en el Alto Iguazú, en el año 1968, cuando defendía el Patrimonio Natural de la Humanidad.
Desde los miradores se alcanza a observar la Isla San Martín y parte del lado brasilero de las cataratas.
Luego de unos instantes de contemplación bajamos con sumo cuidado hacia las pasarelas inferiores para agudizar los sentidos, pero esta vez con otra perspectiva frente a las Cataratas. Así encontramos los saltos Álvar Núñez y Lanusse.
Al culminar con el recorrido se puede cruzar el río Iguazú en una embarcación hacia la Isla San Martín o realizar distintos paseos en lancha frente a las cascadas. |